Alma, una historia desgarradora

Hasta este domingo 12 se puede disfrutar de “Alma”, una obra de teatro impecable, en la Casa de Arte Doña Rosa. Directo al corazón, nos deja sin habla esta historia que tal vez simbolice a tantas, tantas historias similares, y que es la de una vida más, desgarrada por una sociedad que no tiene piedad… Absolutamente imposible no verla.
        “Ésta es la historia de Victoria, de cuando dejó de serlo y empezó a ser Alma” comienza la obra. Y durante los minutos siguientes, no esperamos encontrar la historia que veremos a continuación. Creemos que lo que sospechamos, simplemente no sucederá. Pero sí, pasará. Una historia llena de dolor, representada por Lorena Székely, en lo que hoy es el punto de reunión de los amantes del mejor de los teatros, la Casa de Arte Doña Rosa. Pero con esta obra se lleva los laureles. Székely, la increíble, ella sola con su valijita y una silla, nos da vuelta el corazón y la mente de una manera en la que nadie lo ha hecho hasta ahora.
        Y habrá que aprovechar, porque este domingo es la última cita en Colón 279, de Quilmes, y luego hará falta esperar hasta que vuelva lo que realmente es el teatro del mejor. Dicho así, en palabras sobre un papel o sobre una pantalla, tal vez no diga mucho. Porque no podemos adelantar nada de lo que Ud. verá. De allí que sea tan difícil para la cronista de “Algo Especial Protagonista del Presente” contar qué es “Alma”, y quién es Victoria.
        Digamos, sí, que María Victoria es una joven, la mayor de sus hermanas, que viene a Buenos Aires desde el Norte para trabajar. Al principio, vencido el miedo de la ciudad y cumpliendo las órdenes de su empleadora, todo parece andar bien. O casi. Pero muy pronto, demasiado, la vida dará una vuelta y lo que fue promesa, ahora es horror.
        “Cuando Victoria era una niña, nunca dibujaba el mar. Nunca vio el mar…” cuenta Lorena Szekely, en una interpretación memorable. Como dijimos, es absoluto teatro hacer las tablas sólo con un batón, un par de alpargatas, una silla, una valijita y una soga. “¿Cómo va a hacerse teatro con tan pocos elementos?” se preguntarán los lectores. Pues bien, tendrán que verlo. Lorena, actriz de raza, lo es todo en el escenario. Pronto veremos que no se necesita más que su actuación,  que nos dejó sin habla, para contarlo todo.
        Y es así que Victoria, o mejor dicho, María Victoria, se va a Buenos Aires “a progresar”. La infancia, a la que volverá varias veces en el transcurso de la puesta, queda atrás. Ella se siente libre y vital, con su pelo al viento, porque su pelo es uno de los actores principales, no queremos dejar de nombrarlo. Su pelo es María Victoria, que luego será Alma. María Victoria, la que con una piedrita jugaba a la rayuela, y con la soga saltaba en su pueblo, en su patio, junto a su familia. “Con el tiempo uno no salta más” dice, y quizá tenga razón. Más cuanto te obligan a usar patines para que no marques con tus pisadas el piso de madera encerado.
        Pero, como dijimos, la vida da un vuelco inesperado. Y así como la vida tiene cosas buenas, también las tiene malas. El problema es que con las malas, con las más terribles, hay que seguir conviviendo. Hay que seguir viviendo, aunque a veces signifique mentirle a los que están lejos. Mentir hasta morir, y al morir   un arbolito signifique lo que nosotros significamos en este mundo, un arbolito que no será igual a los demás, sino que será especial, “un árbol que será diferente pero también será de allá”. Una vida por tanta vida que alguien le robó a Victoria, quien un día pensó en llamarse Alma, y luchó a brazo partido para no perder el alma suya.
        Desgarradora, impresionante, esta obra realmente merece que la veamos todos, hombres y mujeres. Porque son las mujeres las que tanto sufren como sufrió Alma, y los hombres, los que provocan y aprovechan este sufrimiento. En una sociedad que día a día va perdiendo la piedad, y corre el riesgo de deshumanizarse, es hora de conocer la historia de María Victoria, que es la de tantas chicas que vienen a Buenos Aires con tantas ilusiones que quedan cortadas en el camino.
        Presentada en Casa de Arte Doña Rosa por el Grupo Sin Guardia, cuenta con la Dirección de Armando Saire y Leonardo Odierna, y Néstor Navarría en la Asistencia de Dirección y Diseño de Luces. En escenografía y Vestuario se luce Mercedes Piñero, y la Producción es de Pablo Mariuzzi. La crítica fue unánime, y elogió la obra, pero mucho más la actuación de Lorena Székely.
        Y no adelantaremos más, para que los lectores vayan a verla. Esperamos sus comentarios para el regreso. Sólo diremos que, como dice Alma, “la raíz es importante, y hay buena tierra, tierra oscura”. María Victoria no pierde su raíz, nunca. A pesar del sufrimiento, echa raíz en buena tierra.
                “Alma” también, en nuestro corazón.
Foto  de Lorena Székely del muro de Facebook de SinGuardia, el Grupo de Teatro.
http://www.facebook.com/SinGuardia?fref=ts
Foto de "Alma" - Lorena Székely - Cortesía de Casa de Arte Doña Rosa.
http://www.facebook.com/pages/Casa-de-Arte-DO%C3%91A-ROSA/171436186228?fref=ts
Fotos de Lorena Székely junto a la conductora, Adriana Sylvia Narvaja, y a Paula Castignola, actriz y cantante de Casa de Arte Doña Rosa, son de "Algo Especial Protagonista del Presente"

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