Cómo relajarse

 
por Wilfrid Northfield

“Vivir en permanente estado de tensión y con 
nuestras mentes perpetuamente alertas no es vivir 
sino malgastar sin sentido la fibra misma de la vida psíquica”
W.C.Loosemore
“Permíteme, Naturaleza, aprender de ti una lección…
De la labor inseparable de la tranquilidad”
Matthew Arnold 
        "Las exigencias de la vida moderna, especialmente en los centros urbanos, son de tal naturaleza que prácticamente todo el mundo sufre alguna clase de tensión. Es un riesgo ocupacional. La mayoría de nosotros parece estar constantemente corriendo de un lado para el otro en el afán  de cumplir con un horario rígido. Incluso las horas que supuestamente deben dedicarse a la recreación suelen desperdiciarse.
        ¿Cuántos son los hombres y mujeres ocupados que continúan trabajando a la hora del almuerzo para estar al día con sus compromisos? ¿Cuántos los que llevan trabajo para terminar en sus casas? De manera similar, ¿cuántas amas de casa descuidan a menudo sus propias necesidades de descanso para atender a sus familias?
        Es muy probable que todos ellos afirmen que no pueden abandonar ninguna de esas tareas y que, de todos modos, lo que más les interesa en la vida es el trabajo. Pero, aunque sus cuerpos no presenten signos inmediatos del esfuerzo, no hay duda de que lentamente se irán acumulando tensiones que se transmiten a la mente y que, en última instancia, conducen al stress nervioso. No sólo perjudican la eficiencia, sino que también comprometen la estabilidad psíquica.
        Aun cuando éste no sea su caso, existen muchas personas que se desempeñan en lo que podrían considerarse empleos ‘aburridos’, que no suponen una gran responsabilidad, lo que hace que se sientan tensas debido al tedio y a la sensación de estar haciendo algo trivial.
        No es obligatorio soportar la tensión y el ruido de una vida ocupada ni tampoco tenemos por qué exigirnos exageradamente para llegar a cumplir con nuestros fines. El relajamiento puede lograr que consigamos el aplomo, la serenidad y un mayor rendimiento.
        Yo he sentido personalmente la maravillosa diferencia que significa un sistema nervioso estable para gozar de la vida. Y he conocido a personas que han podido salir de un período de tensión y depresión y entrar en uno de felicidad y calma por medio de la simple práctica de los principios que indicaré aquí.
        Desde el punto de vista médico siempre he creído en el principio de Hipócrates que afirmaba que “la Naturaleza cura las enfermedades”. Hagamos lo que hagamos para ayudarla en toda ocasión, en última instancia, es la Naturaleza la que cura. Cuando más natural sea nuestro método de tratamiento, mejor la habremos ayudado.
        El organismo tiende siempre al equilibrio. El tejido dañado comienza enseguida su propia reparación. Lo mismo ocurre con el sistema nervioso. Detenga el daño que le estuvo causando durante tanto tiempo y la Naturaleza intervendrá de inmediato para volver al estado normal. En realidad, usted no deberá hacer otra cosa que permitir a la Naturaleza hacer su obra. Su papel es fácil una vez que haya puesto implícitamente su fe en ella. No interesa lo mal que esté o haya estado: la Naturaleza es infalible.
        Adelante, pues, seguro en el conocimiento de que, tarde o temprano, la victoria será suya.
Ritmo y equilibrio
        Aun cuando usted no sea un profundo observador de la naturaleza habrá notado cómo todo en ella cumple con la ley del ritmo y el equilibrio. El nacimiento y la caída de una hoja, el movimiento de las mareas, el amanecer y la puesta del sol, estos y otros mil fenómenos demuestran ese ritmo regular y constante que, de una u otra manera, el hombre ha dejado escapar de su vida.
        A menudo se ha afirmado que la clave de la salud y el placer es la moderación en todas las cosas. La moderación implica equilibrio y el equilibrio produce el ritmo.
        La vida del hombre se divide en dos estados principales: la actividad y el descanso. Si existe la proporción debida de ambos al resultado es la salud. Pero por lo general existe un déficit en lo que respecta al descanso. Descansar no implica necesariamente estar ocioso. Un hombre puede disponer de mucho tiempo para el ocio pero, si ignora la manera adecuada de emplearlo, llegará a sufrir de excesiva tensión.
        El aburrimiento puede deteriorar con mayor rapidez el mecanismo físico que el exceso de trabajo. El hombre que trabaja excesivamente puede encontrar alivio en el relajamiento. El hombre que se aburre se sentirá mejor con mayor actividad. En todos los casos se trata de lograr un equilibrio.
Una vez que el equilibrio se altera, restaurarlo no es tarea fácil. El hombre abrumado por el trabajo encuentra difícil relajarse, del mismo modo que el aburrido siente que la actividad le resulta molesta. Pero uno y otro deben perseverar hasta que se logra nuevamente el equilibrio. Hasta tanto ello ocurra no sentirá realmente la satisfacción de vivir.
        Pienso que, en la mayoría de los casos, se otorga demasiada importancia a la actividad. El deseo de poder y de posición, la codicia por la riqueza, la lucha por vencer a los competidores, son todas motivaciones triviales que nos empujan a ir más allá de nuestros límites naturales. Carecemos de tiempo para descansar. Pensamos que hacerlo es perder el tiempo.
La importancia de los objetivos
        El factor más importante para la consecución de una existencia bien equilibrada es la posesión de un propósito firme que se procura cumplir con sana moderación. Si se cuenta con él, se trabajará fuerte, se sentirá la necesidad de descanso y se satisfará esa necesidad por medio del relajamiento.
        Se notará que los momentos de descanso son tan constructivos como los de actividad. El sujeto será paciente y se sentirá contento mientras los vive.
        El hombre sin metas está siempre inquieto. No emplea su energía de manera natural. Jamás está sano ni se siente saludablemente cansado. Durante sus tentativas de descanso su conciencia le dice que no ha ganado nada. Además, no hay nada que justifique su descanso, nada para lo cual esté descansando. No puede asombrarnos, pues, que se sienta cada vez más inquieto.
        El entusiasmo abre las puertas de la energía y ella, bien empleada, facilita el relajamiento. De este modo, si la vida se vive según un plan de acción bien dirigido, se conserva el equilibrio.
Cualquiera puede relajarse
        No sirve de nada imaginar que usted no puede relajarse. Usted puede. Cualquier persona puede. Quizás tenga sensaciones de calor, su cabeza parezca apretada por un cinturón y sus pensamientos giren vertiginosamente. Todo esto dificultará el relajamiento. Lo sé por propia experiencia. Pero quiero subrayar aquí que estas incómodas sensaciones no hacen que el relajamiento sea imposible. Debe hacerlo. Y puede hacerlo a pesar de ellas.
        Después de todo, esas extrañas sensaciones no son sino las señales mediante las cuales la Naturaleza advierte que el equilibrio nervioso ha sido seriamente perturbado. Acéptelas como tales y comience de inmediato a hacer los ajustes necesarios. La demora no significará sino un aumento del desgaste.
        En lo que respecta al equilibrio, siempre he de recordar lo importante que es tener un hobby. Y no se trata simplemente de tenerlo sino que se lo debe elegir con cuidado y discriminación. Hago notar esto porque conozco personas para quienes un hobby hubiera significado la salvación al sufrir un colapso nervioso.
        Cuando las preocupaciones imposibilitaron su trabajo cerebral carecían de algún entretenimiento al cual dedicarse. Vagaban, pues, de una clínica a un especialista para finalmente transcurrir meses sin ningún objetivo ni entusiasmo por algo.
        Puede haber momentos en los cuales se emplee el cerebro pero no el cuerpo. Y otros en los que el trabajo cerebral sea imposible pero no así la actividad manual. Debemos, pues, desarrollar ambos aspectos de nuestra persona, el mental y el físico.
        Tenga cuidado, pues, de mantener el equilibrio en todos los aspectos de su vida. No trabaje usted con exceso. Si lo hace no será un héroe sino un tonto.
        Y no malgaste la energía nerviosa durante sus horas de ocio. El relajamiento constructivo debe tener aquí un lugar. Trate de que sus metas sean claras, procure contar con objetivos definidos y aténgase a ellos.
        La inconstancia conduce a la inquietud. Compense su trabajo con un hobby bien elegido. Y, por sobre todas las cosas, cultive un sentido de los valores.
        De esta manera tendrá una buena probabilidad de mantener calma y relajada su mente. El equilibrio lleva al ritmo y el ritmo prepara el camino para el reposo”.
Wilfrid Northfield,
“Cómo relajarse”
Ediciones Lidium,
Buenos Aires, 
año 1973

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