Indignación por la epidemia de cólera de 1886

        por Adriana Sylvia Narvaja
periodista y docente de Quilmes, Argentina
        En el periódico “El Mosquito”, que ya hemos comentado, y que corresponde al día 26 de diciembre de 1886, se publica una nota donde se explicita la indignación que ha provocado el avance de la epidemia de cólera que durante varios meses, a fin de ese año y principios del año siguiente, asoló a nuestro país, con una gran cantidad de víctimas.
        El facsímil, reproducido por el sitio WDL, Biblioteca Digital Mundial, donde se pueden encontrar gran cantidad de documentación referida a nuestro país,  titula “Alerta” a una nota de "El Mosquito" referida a la terrible epidemia de cólera que culpa a la Comisión de Higiene por no detener la llegada del barco “Perseo”, que ya había sido rechazado tanto en Río de Janeiro como en Montevideo. En otros sitios se menciona a tres soldados movilizados en trenes, que murieron rápidamente e introdujeron esta penosa enfermedad en la zona del NOA.
        La falta de médicos, de atención sanitaria, incluso la falta de conocimiento sobre la génesis de esta enfermedad, ocasionó su avance casi indetenible. Incluso hubo hechos muy graves y complicados, cuando en Tucumán fueron asesinados tres miembros del grupo médico por una turba de la localidad de Los Sarmientos, acusados de “masones”, de atacar la religión católica, con el fin de envenenar a los ciudadanos y querer arrebatarle sus propiedades. Autoridades políticas y eclesiásticas alentaron a esta turba, y motivos políticos no faltaron.(véase abajo "El levantamiento de montoneras contra gringos y masones en Tucumán, 1887 - Tradición Oral y cultura popular", de Noemí Goldman).
        Por aquella altura se creía que la fruta (sí, la fruta) colaboraba en la propagación de la epidemia, por lo tanto las autoridades habían enviado a destruir los frutales de los que se alimentaban los pueblos más pobres. Política, religión, alimentación, envenenamiento, todo se conjugó para alentar a estos gauchos que fueron acusados de “ignorantes y atrasados”. Pero todo fue mucho más complejo y no se debía a una sola causa.
        Transcribimos a continuación la nota de “El Mosquito” y consignamos los enlace para que puedan leer estos temas en archivos relacionados con el tema.
  Tapa del libro "Cólera y población, 1833-1854. Estudios sobre México y Cuba", del autor Contreras Sánchez.  
ALERTA
        Al fin se mueve el gran mundo.
        Ante la amenaza de una recrudecencia de la epidemia, los personajes más distinguidos de la Capital se han reunido para formar “La Asociación Nacional de Auxilios”.
        Reunidos se hallaban en casa del Dr. Gorostiaga los señores D. Julio Roca, E. Costa, B. Mitre, Domingo Sarmiento y otras entidades literarias, políticas, científicas y comerciantes, pero todos decididos en trabajar por la salvación de nuestros hermanos, argentinos y extranjeros.
        La expectativa es solemne. Buenos Aires, hasta la fecha, está preservada, pues 30 ó 40 casos diarios en una población de cerca de cuatrocientas mil almas no es nada inquietante. Pero en las Provincias atacadas, la mayor parte de los médicos huyen cobardemente, los auxilios faltan, los enfermos mueren sin ayuda casi todos; en una palabra, la situación es tremenda.
        A la Capital, al cerebro de la Nación, toca pues tomar la iniciativa de los auxilios a llevar a nuestros hermanos de las provincias. El heroico Dr. Gil, como al dignísimo Dr. Ramos Mejía, encontraran dignos imitadores.
      El heroísmo es una virtud argentina y no sólo el soldado tiene el derecho de practicarlo. Pero los que no somos médicos y no serviríamos de nada  a los enfermos de las provincias, podemos sin embargo prestar una eficaz ayuda, suscribiendo en algo en la caja de fondos para la Comisión Nacional de Auxilios.
        Alerta pues, y mano al bolsillo.
        Hoy ó mañana se publicarán los puntos donde puede suscribirse. Se trata de economizar vidas;  ¡qué importa la plata, con tal que conservemos la salud de nuestros hermanos!.
        Es indudable que el  "Perseo" nos trajo la epidemia, debido al imperdonable descuido del Consejo de Higiene. ¿Por qué no se manda a todos los miembros de este Consejo, que han faltado a su deber, a las diferentes provincias donde hacen falta médicos?
        Si tuviesen un poco de vergüenza los culpables de la entrada en libre plática del “Perseo”, rechazado de Río de Janeiro y de Montevideo, ya estarían cumpliendo un deber que le haría perdonar su criminal ligereza!”
"El Mosquito", publicado por el sitio digital WDL, del día 26 de diciembre de 1886
La epidemia de cólera de 1886-87
Por Carlos Páez de la Torre (h)
Redacción LA GACETA de Tucumán 
 Miércoles 01 de Abril 2009
 Viejo portón de la Quinta Agronómica. En sus terrenos se inhumaban sin féretros, entre capas de cal, los muertos por el cólera. Eran conducidos hasta allí en carros guiados por gente de la Cruz Roja. Foto de LA GACETA de Tucumán 
        En los últimos meses de 1886 y primeros de 1887, la ciudad de Tucumán especialmente -aunque hubo casos en el interior- fue diezmada por una epidemia de cólera. Época de medicina rudimentaria, su recuerdo solía erizar la piel de nuestros bisabuelos.
        La epidemia empezó en el litoral, en noviembre de 1886. Poco después llegó a Córdoba. A la búsqueda de prevención, los gobernadores de Tucumán, Santiago y Catamarca acordaron establecer un cordón sanitario en Recreo, con una cuarentena de 10 días para todo tren que viniese del litoral.
        Pero el Gobierno Nacional ordenó revocar esa medida y los trenes siguieron corriendo, mientras la zozobra ganaba a la población.
        Un grupo de vecinos voluntarios, capitaneados por el periodista español Salvador Alfonso, resolvió constituir la Cruz Roja.
        El flagelo llegó a Tucumán el 28 de noviembre, en un tren venido de Rosario que conducía soldados, tres de los cuales estaban infectados. El convoy se detuvo en San Felipe, los coléricos fueron desembarcados y murieron a los tres días.
        "Ahora, que Dios nos ampare a todos. El cólera está entre nosotros", expresó el diario "El Orden".
        El 19 de diciembre ocurrieron dos casos fulminantes, que de inmediato empezaron a multiplicarse, y Tucumán entró en pánico.
        El Gobierno organizó la Asistencia Pública y hospitales de emergencia, que pronto desbordaron. Los cadáveres se llevaban apilados en carros, sin féretros, hasta los terrenos de la Quinta Agronómica, habilitada como cementerio de cólericos. La ciudad mostraba un aire fantasmagórico, con oficinas públicas, comercios y escuelas cerradas. La gente encendía fogatas en las calles, pensando que así alejaba los gérmenes.
        En Buenos Aires, se formó la Comisión Nacional de Auxilios, que empezó a enviar médicos y remedios a Tucumán.
        La epidemia se mantuvo hasta fines de febrero de 1887, en un verano de altísimas temperaturas y lluvias torrenciales.
        Empezó a declinar entonces y despareció definitivamente en marzo, tras haber sepultado de 5 a 6.000 personas, o sea la tercera parte de la población de la ciudad, según don José Ponssa, miembro de la Cruz Roja.

Cólera en la provincia de Salta, información del Portal Informativo de Salta
Carruaje de la época en la que se trasladaban los cuerpos, del sitio Historia de Villareal
        En noviembre de 1886 estalló la epidemia del cólera en diferentes estados argentinos. La provincia de Salta no estuvo ajena a soportar este flagelo, enfermedad infecciosa grave endémica que apareció en la legendaria India, cuyos primeros síntomas son la diarrea y la pérdida de líquidos y sales minerales en la excreción, vómitos, sed intensa, calambres musculares, y en otras ocasiones, fallo circulatorio. La única forma de contagio de este mal es a través del agua y los alimentos contaminados por deposición (en las que se encuentra la bacteria) de enfermos de cólera.
        Quienes fueron los portadores de esta enfermedad en el norte argentino fueron los efectivos del Regimiento de Caballería de Línea 5 – hoy Regimiento de Caballería Ligera "General Güemes"- quienes se trasladaban en tren procedente de Rosario con destino al chaco salteño. Al llegar el convoy a Córdoba el flagelo también hizo padecer de su tragedia a la población mediterránea. Es entonces que el gobernador tucumano Juan Posse acordó con sus colegas de Santiago del Estero, Absalón Rojas, y el de Catamarca, Silvano Daza, establecer un cordón sanitario en El Recreo para que atajara el ferrocarril para ponerlos a los pasajeros en cuarentena y fumigar la correspondencia. Desgraciadamente esta inquietud no se llevó a cabo por una fuerte presión del gobierno nacional. En el tren ya venían coléricos y a comienzos de noviembre de 1886 se registran los primeros infectados en Tucumán azote que provocó la muerte de 3.500 víctimas, sobre una población de 172.500 habitantes.
        No puedo dejar a un lado de una breve historia del Regimiento 5 de Caballería de Línea 5 que había nacido en 1806 bajo el nombre de los "Húsares del Rey" y después de 1810 se lo conoció como "Húsares de la Patria" o "Patricios". Después de numerosas campañas y combates se ordenó su desplazamiento a la frontera chaco-salteña que en ese entonces era San José de Metán. Es allí donde aparece la primera víctima. Se trataba de una vendedora ambulante que había ingresado al lugar donde acampaban los soldados del Regimiento de Caballería de Línea 5 para vender empanadas.
         Para cumplir con las tareas de limpieza se afectó a la Guardia Nacional de la Capital; se estableció un severo control en la venta de agua y de leche y, como así, en la creación en la Oficina Química Provincial bajo la dirección del doctor Joaquín Guasch, doctorado en Química y Ciencias Naturales en Barcelona y París. Por otra parte, el Estado dispuso organizar una Junta de Sanidad que estaba integrada por los doctores José Hilario Tedín, Pedro José Frías y Sydney Tamayo quienes tenían la responsabilidad de la esterilización anticolérica. A Río Piedras se le asignó el lugar para la cuarentena siendo responsables de esta guarda al coronel Marcelino Sierra y los doctores Carlos Costas y Juan Pablo Arias.
        Tanto en Metán como en Campo Santo se ocupó en trabajar el Dr. Manuel Mauricio W. Serrey enviado por el gobernador Güemes, mientras que el presidente del Consejo Nacional de Higiene se fugó a los Valles Calchaquíes.
 "El Cólera" de José Guadalupe Posadas, del sitio del Bicentenario de México
        No se descuidó para el contralor de las diferentes obras de higiene y salubridad la designación de médicos inspectores; ingenieros para las tareas nivelación y desagües; inspectores por manzanas y administradores en los partidos de Lagunilla, La Isla, La Quesera, Cobos, La Cruz, Las Higuerillas, El Chamical y Noques. En Rosario de la Frontera se nombró un médico al igual que en Rosario de Lerma y en el Departamento de Rivadavia.
        Entre el centenar de nombres que figuran participando en resguardar la salud de la población encontramos un nombre que no deja de llamar la atención. Se trata de don Romualdo Alejandro Mora –padre de la destacada escultora Dolores (Lola) Mora de Hernández- quien por decreto debió ejercer las funciones de Sargento Mayor Jefe del Cordón Sanitario en El Tala.
        Durante el desarrollo del azote del cólera en Salta sobre una población de 121.900 habitantes esparcidos en distintos departamentos de la provincia el mal atacó a 3.566 personas, de las cuales fallecieron 1.341. Entre las primeras víctimas figuran las religiosas del Colegio de Jesús Madre Dolores de la Concepción Torena y la Hermana Eloisa Diez Gómez, fallecieron en un intervalo de sólo veinticuatro horas.
        Entre el 29 de enero y el 2 de febrero de 1887 se reconocieron cincuenta enfermos diarios y el 30 de enero de ese mismo año murieron como consecuencia del cólera treinta vecinos. El interior no estuvo ausente de la tragedia. Por ejemplo, en Cafayate dejaron de existir 72 habitantes; en Guachipas 117; en San Carlos más de 100; en Cachi 63 y en Metán 125.
        Los tiempos han evolucionado y en algún caso se ha retrocedido por la falta de trabajo, la desocupación y el crecimiento de la pobreza a raíz de este último son muchas las familias que recogen sus alimentos en los basurales y beben aguas infectadas. En una palabra no están ajenas de contraer cualquier enfermedad infecciosa.
Vacunación contra el Cólera en España, diario "La Ilustración" 
Aquí el tema del pueblo tucumano de "Los Sarmientos", en una tesis titulada "El levantamiento de montoneras contra gringos y masones en Tucumán, 1887 - Tradición Oral y cultura popular", de Noemí Goldman
Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani, Primer semestre de 1990
http://ravignanidigital.com.ar/_bol_ravig/n02/n02a03.pdf

Ilustración de portada, "Agua y Cólera", del sitio informativo sobre esta temible enfermedad, Vibrión Cholerae
http://es.slideshare.net/Uliseshch/v-cholerae-15nov13
Ilustración, "Vacunación contra el Cólera en España", de la publicación "La Ilustración", periódico universal, año 1855. Del sitio Historia de Villareal.
http://www.historiadevillapalacios.es/02.32.colera.htm
La nota titulada "La epidemia de cólera de 1886/87" de Carlos Páez de la Torre (h), publicada en el diario La Gaceta de la provincia de Tucumán, del 1ero. de abril de 2009.
http://www.lagaceta.com.ar/nota/320454/informacion-general/epidemia-colera-188687.html
El ejemplar de “El Mosquito” del día 26 de diciembre de 1886 fue reproducido por el sitio WDL, Biblioteca Digital Mundial
https://www.wdl.org/es/item/8412/view/1/3/#q=aviones%20argentina
Dibujo de "El Cólera" de José Guadalupe Posada, del sitio de la Revista del Bicentenario de México
http://revistabicentenario.com.mx/index.php/archivos/2014/06/page/2/

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