Guarda Abajo, no sea que alguno se caiga de risa

"Tengo la intención de vivir para siempre, o morir en el intento"
 Groucho Marx 
        El día de la inauguración de un enorme edificio, el arquitecto, su artífice, decide morir. Por alguna razón que no conocemos, sube a la terraza, prepara champán, canta, baila, y saca un revólver con el que, aparentemente, se suicidará. Pero no lo hace.
        Y mientras canta “Extraños en la Noche”, la famosa canción de Frank Sinatra, prende velas, huele flores, cuenta dinero y lo arroja al aire. La decisión está tomada.
 El Arquitecto recibe la visita inesperada del Ángel Serafín Molinari, en la terraza del edificio
que él mismo construyó 
        Claro que no le será fácil. Allí está el Ángel Serafín Molinari para impedirlo, aunque se ve que le falta algo de experiencia y de contacto con los humanos: es demasiado bueno, cosa que nosotros no somos. Pero habiéndole asignado la misión de salvar al arquitecto, no le queda más remedio que cumplirla.
        Por su parte, el arquitecto no lo toma en serio, en ningún momento. Y le dice: “a mí me queda media botella de champán, me fumo un puro, hago unos llamaditos y, antes de que termine el día, me lanzo al vacío”. Y es el Ángel el que debe convencerlo de lo bella que es la vida, de todo lo que tiene a su alrededor. El éxito de su misión no está asegurado.
El Ángel Supervisor seguirá de cerca la tarea de Molinari 
        Molinari plantea toda la cuestión en estos términos: si uno se siente bien, mientras las cosas están bien, debería sentirse bien. Pero a veces eso no sucede, uno se siente definitivamente mal. Aunque los demás lo vean bien. Para el arquitecto, todo este pensamiento es pura retórica. Acostumbrado al trato con el mundo, sus placeres y sus maniobras para obtenerlos, toda filosofía le resulta vana. Por el contrario, la presencia del Ángel Molinari no hace más que ayudarlo a recordar bajezas que cometió, placeres que vivió, le da más tiempo para hacer lo que quiere hacer. Matarse.
 Una obra en construcción, que se parece mucho a nuestras vidas, que vamos construyendo...
        Pronto llegará un Ángel Serafín Supervisor, que reporta directamente al “Alto Mando”, y que intentará, por todos los medios, empujar a su empleado a que “cumpla su misión” de detener al suicida. “Apure ese trámite, Molinari, estamos colmados de trabajo”, le dice el Serafín Supervisor, pero Molinari no da con la solución.  Del arquitecto, sólo escuchan burlas y reproches: “Ah, pero ustedes son un campeonato de boludos todos juntos”, se ríe, se jacta de lo que ha vivido y conseguido y está firmemente convencido que esos dos ángeles son dos pobres tipos, dos empleados estatales que no ganan para vivir.
Hasta el final no sabremos qué sucederá en "Guarda Abajo" 
        “Pero usted, ¿por qué no asume sus errores?” preguntan ellos. “No, querido, no te hagás la cabeza; como decía el General, la única verdad es la realidad”, contesta convencido el hombre, y luego les pide que lo dejen en paz. “¡Basta, por favor! ¿Por qué se la han agarrado conmigo?, ¡Qué saben de mi vida; qué pueden ver desde ahí arriba!”, les recrimina.
        Ellos están dispuestos a insistir. “¿No quiere pensarlo un poquito más?”, pero él les dice que está todo pensado y los despide, no sin antes sacarse una selfie todos juntos. Queda solo y es su oportunidad de repensarlo todo, pero nosotros, amigo lector, no podemos contarle el final.
        Sólo podemos felicitar al Grupo Fray Mocho de Buenos Aires por su gran actuación, que nace desde el corazón, y que se presentara el pasado sábado 22 de julio en el Teatro Don Bosco de Bernal, con la acertada Dirección de Ernesto Michel. A la escenografía de obra en construcción, muy bien lograda, se suman y se muestran los tres actores, buenísimos: Pablo Palacio, en la piel de “El Arquitecto”, Daniel Gallardo como el “Ángel Serafín Molinari”, y Juan Sebastián Cruz como el “Ángel Serafín Supervisor”. La Asistencia de Dirección está a cargo de Jorge Caracciolo, muy precisa y “a punto”.
 El talentoso grupo de teatro Fray Mocho, de Buenos Aires: de izquierda a derecha, el Director Michel, el Ángel Molinari,
el Arquitecto, el Ángel Supervisor, y el Asistente de Dirección Caracciola 
         Y destaquemos, más que nada, la excelencia del texto que pertenece a Pablo Albarello, que mixtura risas e ironías, comentarios sobre la actualidad y la historia de un país como el nuestro, que muy bien puede considerarse por momentos cómica, por momentos delirante, por momentos absurda. La obra tiene el don de reflejar todas estas vicisitudes, en el cuerpo de estos personajes que viven como pueden y mueren (o no), no por lo que han vivido, no por lo que han disfrutado, no por lo que han reído. Eso les corresponde por derecho, por haber transitado la vida en este mundo difícil.
        Mueren (o no) porque la risa no puede esconder un dolor profundo que los hace morir. Un dolor que ya no pueden  seguir sobrellevando. Y aquí está la dificultad de comentar las obras cómicas: la risa siempre esconde un dolor que a veces es enorme. Cuando comentamos obras trágicas, el dolor está allí, frente a nosotros, sobre el escenario. Nada lo esconde, porque nada logra esconder el dolor humano cuando se presenta. Es pura lágrima. Es pura sangre derramada como lágrima.
Saludo final con merecidos aplausos 
        Pero la obra cómica tiene estos matices, este “decir para reír” que siempre, desde que el mundo es mundo, nos hace reír porque al fin… debemos aceptar la realidad de la que habla el arquitecto. La risa, tan humana, es una forma de asumir nuestra humanidad. “Guarda Abajo” cumple acabadamente esta misión. Desde "arriba" todo es fácil. Hay que estar "acá abajo" para saber qué difícil es vivir.
        Ya lo dice el genial Mark Twain: “No vayas por la vida diciendo que el mundo te debe algo. El mundo no te debe nada, estaba aquí primero.”
        La risa nos ayuda a aceptarlo así.
 El Grupo de Teatro Fray Mocho con la conductora del programa de radio Adriana Sylvia Narvaja 
Las fotos pertenecen a la conductora del ciclo "Algo Especial Protagonista del Presente", Adriana Sylvia Narvaja, periodista y docente de Quilmes, República Argentina. Agradecemos  al Teatro Don Bosco de Bernal, por su invitación y amabilidad de siempre.

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario