La locura en la Argentina (primera parte)

por el Dr. José Ingenieros
        "En el territorio que constituye hoy la República Argentina, vivían antes de la inmigración española tres grandes grupos de razas indígenas: el del Nordeste (guaranítico), el del Noroeste (quichua) y del Sudoeste (araucanos). Los estudios del folklore comparado tienen a demostrar cierta analogía en sus ideas médicas, comunes a casi todos los pueblos primitivos; lo que más variaba en los indígenas americanos era la farmacopea, de acuerdo con la heterogeneidad de la flora y de la fauna. En cuanto a la locura y su tratamiento, a la analogía entre quichuas, guaraníticos y araucanos, fue muy acentuada; en los tres grupos eran atribuida a causas sobrenaturales y curada mediante prácticas de hechicería. 
        ¿Cuál era el concepto de la locura y de su tratamiento entre los indígenas del Noroeste argentino? Los datos que poseemos se deben a cronistas coloniales del Perú, ampliados y corregidos por modernos alienistas limeños; el grupo indígena quicho-argentino era, en efecto, una variedad de las razas peruanas. El vocabulario quichua posee numerosos términos que denominan las diversas formas de locura, distinguiendo perfectamente la susceptible de la expansiva, la melancólica de la furiosa, la espantadiza de la impulsiva, la embriaguez alcohólica, el desmayo, el delirio, la disparatería. Con palabras especiales se desgina al demente, al bobo, al estúpido, al mentecato, al necio, al tonto, al torpe, al trastornado y al zonzo. En el Ollantay, drama pseudo-incásico, el protagonista da muestras de delirio o locura, que un siervo suyo interpreta como hechizamiento del demonio; análoga explicación de la locura ofrecen muchas supersticiones y leyendas, bastante parecidas a las de los pueblos guaraníticos, así como la letra de muchos yaravís y algunas piezas de cerámica (aquí Ingenieros toma como fuente a Hermilio Valdizan, “La alienación mental entre los primitivos peruanos”, Lima, 1905).
Urna funeraria de los pueblos de Ecuador 
        En todos los pueblos del grupo quichua persisten hasta nuestros días las supersticiones relativas a las yaguas o enfermedades congénitas atribuidas a influjos de la madre sobre el feto, reveladas por semejanzas licantrópicas (semejanzas con lobos) y curadas mediante sortilegios. El uso de la chicha producía entre los indios las diversas formas de locura alcohólica. No eran desconocidas la histeria y la epilepsia, relacionadas generalmente con las prácticas de adivinación y brujería. Las afecciones mentales solían curarse “bailando al enfermo”, ceremonia colectiva en que el paciente tomaba parte cuando su estado lo permitía; esta práctica era común en la Europa medioeval y la conocieron también los indígenas guaraníticos y araucanos, lo mismo que los negros importados de África. Muchas veces estas ceremonias producían epidemias coreográficas o saltatorias, en cuyo tratamiento intervenían los indios brujos con variadísimas hechicerías de carácter netamente religioso. Eran conocidos lo delirios febriles, cuya asistencia compartían los brujos con los simples curanderos, siendo característico que estos últimos, casi siempre herbolarios, no usaran las artes sobrenaturales, reservados a los primeros. La coca, la belladona y el chamico, muy usados, producían con frecuencia trastornos mentales de origen tóxico. No eran desconocidas las consecuencias de la avariosis (sífilis) ni las psicopatías sexuales.
        Los hechiceros tenían un carácter marcadamente sacerdotal, correspondiente al concepto que de la religión se forman los pueblos primitivos. En todo grupo de indios existía algún brujo, mezcla de adivino y santón, una de cuyas funciones principales consistía en curar los padecimientos psíquicos, causados por sortilegios o por fuerzas sobrenaturales. Entre los pueblos de origen quichua formaban una casta o gremio especial: las facultades se transmitían de padres a hijos, pero solían admitirse al misterioso ministerio ciertos indios nacidos en circunstancias extraordinarias. Entre éstos eran preferidos los “hijos del trueno”, ya fuese que sus madres hubiesen sido fecundadas por el trueno mismo o que el alumbramiento se efectuara en momentos de fuerte tronar. Para entrar en éxtasis durante las ceremonias usaban la belladona y el chamico (u otra Datura), junto con otras yerbas que hacían soñar agradablemente o delirar. En estas costumbres se encuentra la explicación de ciertas leyendas que hasta nuestros días persisten en las poblaciones indígenas del Noroeste argentino.
Chamán del Perú 
        Muchos mentecatos eran conducidos a la corte de los Incas, donde servían de bufones. Los locos furiosos eran fuertemente amarrados y se les sometía a copiosas sudaciones, para expulsar los malos humores, al mismo tiempo que con bailes, exorcismos y conjuros, se expulsaban los malos espíritus. Para algunos delirios febriles se usaban baños entendiéndose que el agua ayudaba a las oraciones. Había talismanes de piedra y de metal, pájaros con virtudes sobrenaturales y plantas preferidas para los altares de los hechiceros; ese arsenal servía a los brujos para el tratamiento de los que se creían víctimas de daños o maleficios. Los retardados mentales eran abandonados, si no servían para el servicio doméstico; en ciertas regiones abundaban.
        Merecen especial mención la frecuencia y la analogía de los delirios licantrópicos en los pueblos indígenas que habitaron esta parte de América, (Uturuncos, Capiangos, Yaguareté-abá, formas todas del indio-tigre); están reflejados abundantemente en las leyendas quichuas, guaraníticas  y araucanas. Las que aún persisten están corrompidas por la infiltración de elementos cristianos y africanos; la mestización espiritual fue tan copiosa como la física (Ingenieros toma aquí como fuente a Pedro Lautaro Ferrer, “Historia General de la Medicina en Chile", Talca, 1904; Adán Quiroga, “Calchaquí”, Libro II; Mansilla, Lucio V., “Una excursión a los indios Ranqueles”; Ambrosetti, Juan B.,  “Supersticiones y Leyendas”, etc.). 
        El contacto con los españoles no suprimió la brujería entre los indígenas. En vano lucharon contra ella los obispos y gobernadores, muchas veces con severidad sobrada. Lo único que ocurrió fue la desfiguración de las supersticiones indígenas por la nomenclatura del santoral católico, llegando con frecuencia a contagiarse de ella no pocos españoles. Citando a Ricardo Jaimes Freire, en “El Tucumán del Siglo XVI”, página 74 y siguientes, Ingenieros narra esta situación, de manos del gobernador Ramírez de Velazco: “La religiosidad del gobernador, que lo llevó a estimular por todos los medios el aumento de clérigos y de frailes y el progreso de las iglesias y de los conventos, lo impulsó además contra la idolatría de los judíos y sus prácticas supersticiosas y bárbaras. Los últimos años del siglo XVI vieron en Tucumán el espantoso espectáculo de los autos de fe, desconocidos en esta parte de América. No los precedieron los sombríos y tortuosos trámites de la Inquisición; ni hubo calesa verde, ni sambenito, ni coraza llameante. Ramírez de Velasco se limitó a hacer prender a los brujos y hechiceros que infestaban los pueblos indios y a quemarlos públicamente. En una carta que dirigió al rey en 1586, y que he visto original en el Archivo de Indias, se dice con la mayor simplicidad que envió a un juez para que se informara sobre el asunto y le trajese a los culpables. Llegaron más de cuarenta, confesaron sus crímenes y sus malas artes y los hizo quemar vivos. ‘Ha sido justicia muy acertada, añade, porque escarmentaron los que quedaban encubiertos’. Las víctimas del horrible castigo eran ancianos de más de sesenta años. Uno de ellos pasaba de ochenta. Por lo demás, no era la hoguera un suplicio raro para el tremendo gobernador. Lo aplicó también sistemáticamente a los españoles y a los indios convictos del delito nefando”  (fin de la cita del libro de Ricardo Jaimes Freire, que toma Ingenieros como fuente para este tema).
        El Dr. Ingenieros cita también en su libro a Julio López Mañán en un caso de brujería en el Tucumán del siglo XVII, "Justicia Criminal tucumana en el siglo XVII: suplicio de una bruja" en Archivos de Psiquiatría y Criminología, Año III, pág. 602, del año 1904.
Dr. José Ingenieros
"La Locura en la Argentina"
Editorial TOR
Buenos Aires, República Argentina,
año 1955.
Rituales de veneración a la Pachamama 
Rituales para curar y agradecer a la Pachamama que encontramos hoy 
La naturaleza de Otavalo atrae a los viajeros
En una publicación del periodista Darwin Borja del 4 de enero de 2016, se informa sobre estas prácticas ancestrales que aún hoy tienen vigencia en la hermana República de Ecuador.
Fotos: Segundo Espín
        Los yachaks de Ilumán, parroquia de Otavalo, alejan las malas energías, curan las enfermedades y combaten las hechicerías con sus ceremonias. También agradecen la bonanza que cada año brinda la Pachamama.
        José Joaquín Picuasi aprendió de su abuelo los secretos que guardan cada una de las plantas andinas como la ruda, la chilca, la ortiga, el marco, entre otras. Con él supo descifrar las enfermedades que un cuy muestra durante una limpia. Con eso, ellos aseguran que no solo curan las dolencias del espíritu y los problemas cotidianos, sino también los dolores físicos. Con esos conocimientos, él es uno de los 28 yachaks o sabios de la comunidad de San Juan de Ilumán, al norte del cantón Otavalo. A ellos se los conoce popularmente como shamanes o curanderos.
        ¿Y por qué en ese lugar? Picuasi explica que ellos viven y aplican sus conocimientos en esa parroquia rural de Otavalo porque se encuentra estratégicamente situado en medio de cuatro cerros considerados sagrados: Imbabura, Cotacachi, Mojanda y Fuya Fuya.
         La yachak combina sus creencias ancestrales con su fe en la religión Católica. Ella ora para que su espíritu esté fortalecido durante el ritual.
Curando 
        Los yachaks de Ilumán crearon una asociación. Su trabajo es avalado por el área de  medicina intercultural del Ministerio de Salud en Imbabura. Su distintivo es un collar con dije de un sol sobre un fondo celeste elaborado con mullos.
        Su trabajo gira en torno a una vertiente de aguas medicinales ubicada a pocos metros del transitado tramo Otavalo-Ibarra de la Panamericana. En ese sitio conocido como San Juan Pocyo se realizan ceremonias de gratitud por sus conocimientos y por los beneficios que trae el agua a los campos.
        Rafael Carrascal, presidente, afirma que no todos pueden ser yachaks. Uno de los requisitos es haber nacido con el don de curar. Otro es aprender junto a uno de los indígenas sabios –muchos de ellos abuelos de los aprendices– las propiedades y los significados que tienen cada una de las plantas y animales.Con esos conocimientos, ellos dirigen las ceremonias por el Inti Raymi o Fiesta del Sol que se realiza en junio. Ese ritual se efectúa en agradecimiento por las cosechas.
        Los yachaks, quienes visten con camisa y pantalón blanco como señal de purificación, realizan rituales medicinales y por los nuevos novios. Para ello usan plantas, cuyes, velas, huevos, cigarrillo, aguardiente, piedras, entre otros.
        Carrascal indica que combaten la hechicería y aseguran que tienen la cura al espanto o mal de ojo. Para ello recurren a sus creencias ancestrales y a su fe en la religión Católica. Además, ellos aplican los castigos al interior de su comunidad.
Más que un árbol
        Alrededor del lago de San Pablo hay 13 árboles lecheros, conocidos así porque la savia es de color blanca. Los lugares en que se encuentran son considerados sagrados.
Pero hay uno que es el más conocido y en donde los yachaks celebran las ceremonias por los equinoccios y en cada septiembre se efectúa un rito para que lleguen las lluvias. También realizan en esos lugares los rituales para las nuevas parejas.
        En ese sitio se recuerdan historias ancestrales de un amor que enfrentó al imponente taita Imbabura.
        Se encuentra en la cima del sitio conocido como Pucará de Rey Loma, a una altura de 2.847 metros sobre el nivel del mar. Desde ese lugar se observan los cerros sagrados, además del lago de San Pablo y Otavalo. Ancestralmente desde ese mirador natural, los sabios observaban qué colores tomaba el agua para predecir el clima.
        Ese árbol guarda varias historias. César Cotacachi, consultor en turismo comunitario, relata que la comunidad iba a sacrificar a Nina Pacha para que no continúe la sequía, pero su amado Guatalquí evitó que eso suceda. Por eso el taita Imbabura se enojó, a ella la convirtió en el lago de San Pablo y a él en el árbol del lechero. Cada vez que se acuerda de su amada, de sus ramas brota la savia que representan sus lágrimas.
Fuente: Del sitio digital de información Vistazo de Ecuador.
http://www.vistazo.com/seccion/cultura/rituales-para-curar-y-agradecer-la-pachamama
 Las 4 revelaciones de chamanes y curanderos indígenas americanos para dar a luz un mundo mejor
        Durante milenios, sociedades secretas de curanderos y chamanes indígenas americanos preservaron cuidadosamente sus enseñanzas y sabiduría, y actuaron como guardianes de la naturaleza. Estos "guardianes" han existido en muchas naciones y han sido llamados de distinta forma; en los Andes y en la Amazonia eran conocidos como los "Laikas".
        En 1950, un grupo de “Laikas” bajó de los Andes para asistir a la reunión anual de chamanes que tuvo lugar al pie de una de las montañas sagradas. Los nativos del lugar vieron los ponchos que llevaban e inmediatamente reconocieron las marcas que identificaban a los altos sacerdotes.
Comprendieron que se trataba de un grupo de hombres y mujeres chamanes que supuestamente había desaparecido después de la época de la conquista. Estos altos sacerdotes chamanes, conscientes de que la humanidad estaba al borde de una gran crisis, habían salido de su reclusión para ofrecernos una sabiduría que pueda ayudarnos a sobrellevar los grandes cambios que vamos a tener que afrontar, una sabiduría que transforme nuestra realidad y dé a luz un mundo mejor.
        Los Guardianes de la Tierra (Laikas) enseñan que toda la creación –la tierra, los humanos, los animales, las rocas e incluso las estrellas- están hechas de vibraciones y luz. La sabiduría y las prácticas de los Guardianes de la Tierra nos enseñan cómo reescribir las historias de nuestras vidas para hacer lo que los chamanes llaman "soñar un mundo y hacerlo realidad". Estas enseñanzas son conocidas como las Cuatro Revelaciones.
        La sabiduría de los Guardianes de la Tierra (Laikas) consiste en cuatro revelaciones, cada una con cuatro prácticas que nos permiten ir más allá de la mera comprensión y experimentar realmente un cambio de percepción ayudándonos así en nuestra propia transformación y en la del mundo.
Este es el camino a seguir que proponen Los Guardianes de la Tierra.

Primera Revelación: El camino del héroe
-Prácticas: No juzgar, no sufrir, desapego, belleza.

Segunda Revelación: El camino del guerrero luminoso
-Prácticas: Ausencia de miedo, ausencia de acción, certeza, ausencia de enfrentamiento.

Tercera Revelación: El camino del visionario
-Prácticas: Mente de principiante, vivir con coherencia, transparencia, integridad.

Cuarta Revelación: El camino del sabio
-Prácticas: Dominio del tiempo, adueñarte de tus proyecciones, sin mente, alquimia indígena.
Para más información sobre las Revelaciones: http://www.pachayachachiq.com/
Fuente: Del sitio digital Tu Nueva Información.
http://www.tunuevainformacion.com/etica-filosofia-de-vida/288-las-4-revelaciones-de-chamanes-y-curanderos-indigenas-americanos-para-dar-a-luz-un-mundo-mejor.html
La imagen de portada corresponde a un chamán maya.

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